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La La Land va de ti y de mí

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SPOILERS

Posiblemente ya se haya dicho todo lo que hay que decir sobre esta película. No hay nadie que no haya hablado de la calidad de su banda sonora, de la técnica de su grabación o de la narrativa de la historia. ¿Pero qué pasa con lo que nos hace sentir?

La La Land es una película que crea pasiones: la amas o la odias. Seguramente esto se deba principalmente a toda la campaña de promoción que se ha realizado tras ella. A algunos les ha creado hype, a otros hartazgo.

Pero obviando el tema de si esta película ha revolucionado el género musical (posiblemente no) o de si su director tiene una visión del éxito un tanto superficial (posiblemente sí), esta película va de ti y de mí.

Primero vamos a excusar el clasismo del personaje de Ryan Gosling porque lo cierto es que hay gente así y me hace cierta gracia que esta película se estrenase justo unos días antes al famoso artículo de Javier Marías. Tanto el personaje de Gosling como Marías tienen una visión desacertada del arte y de la cultura popular y aunque seguramente Damien Chazelle comparta esa opinión, me alegro de que el personaje sea así porque me lo creo. Es real, imperfecto y, por lo tanto, entiendo que su relación con el personaje de Emma Stone también lo sea: real e imperfecta.

Porque Sebastian y Mia somos tú y yo. Las películas suelen mostrar historias de amor épicas donde los amantes son separados por cuestiones que los superan, catástrofes, conflictos dolorosos… pero la realidad es que las parejas rompen, en la mayor parte de los casos, por tonterías. Los conflictos de Sebastian y Mia los entiendo. Una tontería puede acabar con algo que empezó siendo un sueño. La gente que más decía confiar en ti, te acaba defraudando. Cuando no consigues tus metas acabas culpando a la persona que más te conoce…

Más allá de que tienes que dejar cosas marchar para triunfar, a veces dejas cosas marchar porque el mundo no tiene sentido. Y aquella persona que te provocaba chispas cuando se te acercaba, ya ni siquiera te da la mano. Porque quizá nos creemos que el amor, como una película, es un musical y no lo es. No siempre podemos estar bailando porque nos cansamos. Lo malo es que cuando nos cansamos, en vez de intentar volver a darle al play, preferimos buscar una nueva canción.

Pero al cabo de un tiempo, te encuentras con esa persona que se marchó o dejaste marchar y aunque no suene la banda sonora de La La Land de fondo, es imposible no recrear en nuestra mente esa secuencia donde pensamos aquello de “¿y si lo hubiese hecho todo distinto, seguiría aquí conmigo?”. Pero algunas preguntas nunca tienen respuesta.