En la comedia romántica El amor tiene dos caras (The mirror has two faces, Barbra Streisand, 1996) el personaje interpretado por Streisand es una profesora universitaria fracasada en el amor y en el comienzo de la película explica los motivos por los que los seres humanos nos enamoramos a pesar de saber que muy posiblemente vayamos a acabar sufriendo.
Experts, scholars and my Aunt Esther are united in one belief: True love has spiritual dimensions, while romantic love is a lie. A myth. A soulless manipulation. And speaking of manipulation …lt’s like going to the movies and seeing the lovers kiss … The music swells, and we buy it, right? So when my date kisses me, and l don’t hear strings, l dump him. The question is, why do we buy it? Because, myth or manipulation, we all want to fall in love. That experience makes us feel completely alive. […] l think it’s because, as some of you may already know … While it does last, it feels fucking great.
Aunque esta historia se queda en un cuento superficial sobre el amor, hay otras producciones más actuales que han mostrado esas dos caras del amor, la dulce y la amarga.
El paso del tiempo
Blue Valentine (2010, Derek Cianfrance) cuenta la historia de Cindy y Dean, una pareja joven que se enamoran nada más conocerse. Pero todo lo que entra rápido, sale rápido también, o eso dice una amiga mía. Durante la película somos testigos del amor, de la dulzura y el cariño que sienten el uno por el otro, pero vamos recibiendo puñaladas con escenas intercaladas donde se nos muestra el presente de la pareja.
Ahora ella lo mira con rechazo, la complicidad ha dado paso al distanciamiento. Reconozco que una escena en particular de la película me hace tanto daño que suelo pasarla rápidamente. Y es que seguimos cegados como Dean por el amor pasado, por esa ilusión que se le va rompiendo en el presente. Cindy y Dean juegan, se besan, hacen el amor y un minuto después todo eso desaparece. Ella es infeliz, está frustrada en una vida que no quiere, con un marido que no quiere. Dean ya no es un galán dulce y apuesto. Ya no la protege sino que le hace daño, la controla, los celos y el miedo a perderla han hecho que se vuelva un hombre posesivo y ella se encuentra atada.
Como toda buena película que induce a la reflexión, con varios visionados de Blue Valentine (si es que alguien aguanta verla más de una vez) surgen nuevas dudas, nuevos pensamientos acerca del amor y las relaciones. La última vez que la vi llegué a descubrir que tras esos encuentros de juventud donde ambos eran felices, no descubría el por qué de ese amor. ¿Por qué se querían? Quizás en este caso, esa relación era un engaño desde el principio y por ello, con el paso del tiempo, con los achaques físicos y los problemas, la pareja no pudo superar esas dificultades.
La distancia que nos separa
Like Crazy (2010. Drake Doremus) cuenta la historia de dos jóvenes universitarios que se conocen en Los Angeles. Anna es inglesa y sueña con ser escritora. Jacob es americano y trabaja diseñando muebles. Ambos comienzan a salir después de que Anna se declare a Jacob con una divertida y emotiva carta. La relación es dulce, ingenua, romántica. Él le regala una silla hecha por él para que pueda escribir sus cosas cómodamente. Esa silla es un símbolo de su relación. Por eso cuando un tiempo más tarde cuando por culpa de la distancia, ambos rehacen su vida con otras parejas, Anna sabe que no ha olvidado a Jacob, cuando su novio le regala una nueva silla.
En Los Angeles todo es perfecto en un primer momento, pero la vuelta de Anna a Londres y sus problemas para regresar con Jacob, comienzan a hacer mella en la relación. ¿Qué han hecho mientras estaban separados? ¿Deben responder? Empiezan a desconfiar el uno del otro y comienzan a perder ese cariño que se tenían. Su relación está llena de idas y venidas entre esas dos ciudades y finalmente no te queda claro si su relación volverá a ser lo mismo, si están cometiendo un error al luchar por una relación en la que quizás ya no exista el amor.
El amor puede ser una obsesión
En la película He loves me…He loves me not (Laeltita Colombani, 2002) es una película francesa protagonizada por Audrey Tautou. En este caso nos encontramos una historia dividida por dos personajes. Primero seguimos los pasos de Angélique (Tautou) con la que descubrimos su historia y su relación con el doctor Loïc (Samuel Le Bihan) y luego pasamos al punto de vista de él donde descubrimos nuevos aspectos de la historia que trastocan por completo lo que creíamos saber. En este caso se trata del amor y de la obsesión. ¿Es lo mismo el amor y la obsesión? Muchos se han vuelto locos por amor pero ¿lo es realmente? La obsesión te impide desear que la otra persona a la que quieres sea feliz y sin embargo como decía Ted Mosby “I think if you care about somebody you should want them to be happy” y Ted sabe mucho del amor y de la obsesión.
La noche y el día
Stockholm (Rodrigo Sorogoyen, 2013) es la historia de chico conoce a chica. En una fiesta. Por la noche. Una noche larga donde Él va detrás de Ella por todo Madrid intentando conquistarla. Una noche donde pasan del no al sí y de vuelta al no. Una noche que prometía algo. Este amor también tiene dos caras, el de la noche y el día. Porque el amor es así, cambiante, un momento es una cosa y al rato es otra. Cuando sale el sol, la película se llena de luz y la historia cambia. Los personajes cambian. El amor cambia. La expresión es como la noche y el día hace referencia a lo diferente que es una de otra, se suele usar para comparar a dos personas, pero también la podemos usar para el amor porque es así. Unas veces es como la noche y otras como el día.
Así que el amor tiene dos caras y una de ellas no es nada bonita. Ya lo decía Barbra Streisand en la vida real cuando nos besamos no suena el Nessun Dorma de cantado por Pavarotti como en las películas. Pero claro, como en el amor, las canciones también se acaban, está en tu mano volverle a dar a play.