Ally McBeal pudo tener su final feliz. Estuvo a punto. Larry Paul iba a pedirle en matrimonio y se iban a casar pero al final nada de eso pasó, Larry la dejó con una nota y ella acabó una temporada más tarde con una hija sorpresa y mudándose a Nueva York. No porque allí fuese a ser feliz, sino para hacer feliz a su hija.
La culpa de que Ally no tuviese el final perfecto se la vamos a echar a Robert Downey Jr. Yo lo quiero como la que más, pero no le perdonaré nunca el fiasco del final de Larry Paul. Robert Downey Jr consiguió un papel en la famosa serie de David E. Kelley interpretando al sarcástico abogado Larry Paul del que Ally se enamoraría. Tenía una misión difícil la de hacernos olvidar a Billy Thomas, el primer amor imposible de Ally. Pero lo consiguió en medio segundo en el que enamoró a una audiencia a la que partió el corazón poco antes del final de temporada. Y también partió el corazón de Ally que parece que nunca llega a estar entero.
Sin embargo, a pesar de que estos disgustos de Ally como la muerte de Billy o la marcha de Larry ocurren más bien por asuntos ajenos a la serie, este final donde Ally no encuentra lo que siempre ha estado buscando, parece casi perfecto, como si estuviese planeado.
Ya lo decía ella en el primer episodio:
The real truth is, I probably don ‘t want to be too happy or content.
Because, then what? I actually like the quest, the search.
Quizás por esto Ally estaba destinada a no tener su final perfecto. Su final feliz de cuento de hadas. Su historia ya era un drama desde el principio. Acabar trabajando en el mismo despacho de abogados que tu ex al que aún no has olvidado no indica que vayas a tener un buen año. Era lógico suponer que Ally se pasaría la vida llorando.
Ally intenta seguir con su vida medianamente bien, tiene citas y no se puede quejar que se lía con algunos de los más guapos como Dylan McDermott o Robert Downey Jr. Pero claro aunque ella siga intentando seguir adelante, ponga una sonrisa y aguante el chaparrón, e intente olvidar, en su interior sabe la verdad que sigue enamorada de Billy, de un amor imposible. Y aunque quizás la visión de Ally sobre el amor y estar enamorada de la misma persona desde los ocho años es ingenuo e increíble, también es real porque en la vida real a la mayoría el amor nos duele y los finales felices sólo los tienen unos cuantos. Y qué demonios, al final morimos. ¿Qué hay más infeliz que eso?
Quizás Ally sabe que ese amor es imposible, que el amor es imposible, que la felicidad no existe y que no la encontrará. Por eso aunque habla mucho del amor, de buscar en cada persona que conoce al amor de su vida, son muchos los que le advierten de que nunca estará satisfecha.
Love is wasted on you. You’ll always be unhappy. That’s why I left. I wasn’t gonna waste …Billy
Vive obsesionada con ese primer amor y no está segura de poder volver a sentir algo parecido, por eso en la segunda temporada tontea con un chico de 18 años que le confiesa que en su cita ha sentido que ella estaba más recordando el pasado que viviendo ese momento con él.
Al comienzo de cada temporada hay esperanza pero al final, Ally casi siempre acaba sola. En la primera temporada deseamos que Billy deje a Georgia para regresar con Ally, pero Ally acaba la temporada con un nuevo fracaso sentimental más y encima pillando a Billy y Georgia en una situación comprometida.
En la segunda temporada acaba con el corazón destrozado, alucinando con Al Green y queriendo pasarse la vida en su cuarto porque Ally como todo el mundo tiene un tope. Un hasta aquí puedo aguantar.
Voy a quedarme en mi habitación donde el mundo es maravilloso.
El momento más trágico de Ally ocurre en la tercera temporada, a Billy que lleva actuando de manera extraña durante un tiempo, se le diagnostica un tumor cerebral (dejemos a un lado lo ilógico de que esa sea la razón de su conducta). Y en la muerte de Billy, Ally obtiene unos segundos antes su recompensa, su final feliz y soñado pero totalmente irreal. Billy afectado confiesa su amor eterno a Ally, que cree su esposa y madre de sus hijos. Ally sonrié, sabe que eso es mentira, no es real pero escuchar de la persona que amas decir esas cosas hace que por un momento sea todo verdad. Pero Billy muere y ella pierde al amor de su vida, a su mejor amigo, su sueño de felicidad.
Al final de esta temporada y comienzo de la siguiente, Ally ha estado saliendo con Brian, alguien que sabemos que está ahí por estar. Ally no le quiere, eso no tiene sentido, está con él por no estar sola por hacerse creer que está feliz. Y tras la ruptura y citas descerebradas (como la del padre y el hijo, pero es que claro, el hijo es Michael Vartan, como para decir que no), llega Larry Paul.
Larry es atractivo, sarcástico, divertido y sabe leer en Ally. Sabe que tiene miedo a volver a amar a alguien y a ser amada, por eso ha estado saliendo con un hombre durante seis meses por el que no sentía nada. Pero Larry tiene un equipaje, una ex mujer, una ex novia y un hijo fruto de la ex novia interpretada por Famke Janssen.
Todo apunta a que esto va a acabar mal y Ally que siempre busca la felicidad sabe que nunca la obtendrá así que su relación estará llena de dudas e inseguridades que Larry irá derrumbando una tras una, pero recordemos que Robert Downey Jr hizo lo que hizo y condenó a Ally a otra ruptura más. A una segunda gran ruptura porque en toda la serie ella ha tenido dos grandes amores, Billy y Larry. Larry se marcha temporalmente y regresa, pero más tarde la abandona con una tarjeta, algo que ella premonitoriamente había soñado porque no es sólo que Ally siempre esté esperando ese momento donde su felicidad se va a ir al garete, es que realista y sabe que eso siempre pasará.
Por eso en la quinta temporada, donde cancelan la serie y con motivo (a pesar de lo mono que salga James Marsden) Ally no obtiene ya un final feliz, ni siquiera obtiene un final, sino un continuará. Ella sigue su camino, esta vez a Nueva York, ya no en busca de su felicidad sino la de hija llegada por sorpresa, ha conseguido una parte de ese sueño que tenía, el de ser madre pero para nada es todo como lo había soñado. Pero es que hay veces que hay que conformarse porque en la vida real, los finales felices y perfectos no existen y a veces se agradece una serie que te lo recuerda.