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Nunca pidas una cita a un twittero

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Si falsas son las apariencias, más lo son 140 carácteres. Si dicen aquello de que nadie es tan feo como en la foto de su DNI ni tan guapo en su avatar de redes sociales, aquí nunguno somos tan ingeniosos como en Twitter.

Si te hacen gracia los chistes de fulanito, el último tuitstar al que has agregado a tu abundante timeline, piensa antes que a lo mejor esos chistes le han llevado horas de lágrimas, sudor y sangre. Después te tomas un café con la @ y pasa una cosa curiosa, detrás de esa @ ¡Hay una persona!. Y no te lo vas a creer pero siente y padece y todo. Ha dejado los chistes a un lado y las frases irónicas para contarte sus penas o peor, no te las cuenta pero joder ¡vaya pelmazo de tío! No es nada gracioso, no tiene ese desparpajo que tenía a las cuatro de la mañana cuando criticaba lo que veía en la Teletienda. Bueno ¿y qué esperabas?

Si es que como me dice un amigo, Internet no es la vida real. Es una bonita careta donde reírse y echar el rato. Algunos lo saben mejor que otros. En Twitter podemos pensar lo que decimos y mostrar lo que nos da la gana, cosas que en el mundo real cuestan un poco más. Las hay que van de cool sexy chic y lo que no sabes es que simplemente han aprendido para que lado posar para parecer que está buena y en realidad tiene toda la cara de una pandereta (yo la primera). O las que van de profundas y sensibles. Es que te ganan con tanto sentimiento, tanta inteligencia, qué alma que tiene esta chiquilla. Posiblemente los ratos que no tuitea los pase mirando revistas de moda y pensando en cómo tener un cuerpazo de infarto para lucirse en la playa. Porque así somos. Complejos, hipócritas y bipolares.

Por mucha foto de Twitter de una chica pelirroja, no te creas que soy una persona descarada, vive la vida. No creas que soy una friki de cuidado con la que podrás disfrutar en un salón manga, no te creas que soy la risa padre las 24 horas del día. Porque tengo días de máxima alegría como hace unos días borracha perdía mientras cantaba por los Rolling a pleno pulmón con los compañeros de trabajo. Pero que también tengo mi día siguiente donde me invade la pena sin motivo o con motivos. Y tus guapas, sexy, pelirroja de mi vida, no, no me molestan. Pero posiblemente no te van a llevar a ninguna parte.

 

Y ya que estamos por muy guapa que sea mi amiga Ana, o mi alter ego muchas veces (de esto tendré que hablar algún día), no te creas que por decirle buenorra vas a conseguir más allá que una mirada con la ceja levantada. Que somos muy graciosas las dos en Twitter, otras somos muy tristes porque la vida es así y tiene una de cal y otra de arena. Así que si tus favoritos y tus “uy qué genial tu artículo” son simples estrategias para llevarnos a la cama, te los ahorras. ¿Por qué? Porque se te cruzará otra en la vida, o en Twitter y hace daño descubrir que esos favoritos y esos elogios de ¡qué bien escribes! eran una puta mentira.

Las relaciones en Twitter son muy jodidas y en GQ lo dicen muy bien. Que a veces quedamos para conocer a ese twittero que te parece un genio andante o una persona interesantísima pero ¿y si tú le pareces una mierda?. Pues te vas a quedar con cara de gilipollas y lo peor de todo ¡con un follower menos!