No sé a qué ritmo va la serie de How I Met Your Mother (Cómo conocí a vuestra madre) en España. Así que advierto de que este artículo tiene spoilers del final de la serie.
El desenlace de HIMYM fue un tanto polémico. Tras años y años queriendo descubrir a la famosa y misteriosa madre, nos encontramos con un final que nos estafó un poco. Era un final en realidad previsible, porque las señales estaban ahí. Aunque muy mal colocadas por parte de los guionistas.
Al final por mucho que Ted dijera, la madre, llamada finalmente Tracy, no era el amor de su vida. Porque el amor de su vida siempre había sido Robin. Aunque claro que Ted se enamoró de Tracy como lo hicieron los espectadores porque era adorable, era perfecta, era un amor. Pero por mucho que la quisiese, Robin siempre tendría un lugar especial en su corazón. Porque lo de Ted y Robin no acabó porque él la dejara de amar, sino porque ella era un amor imposible.
Y el síndrome de Ted Mosby como he titulado este post es esto mismo. Amar alguien que aún sabiendo que es algo imposible, que nunca ocurrirá, somos incapaces de olvidar a esa persona. Y lo triste de esto es que es muy cierto y real. Que la vida sigue, caminas, sigues adelante y finges haber olvidado. Ya no sólo finges ante el mundo, sino a ti mismo. Pero en las noches de soledad a veces ves algo que te recuerda, que te avisa, de que aún no has olvidado, de que aún sigues amando.
Por desgracia en la vida real, los finales felices no existen o yo no creo en ellos. Y ese amor imposible seguirá siendo imposible e incondicional. Y moriremos deseando haber compartido una vida con esa persona que nunca pudimos tener.
Todos reñimos a Ted Mosby pero en realidad todos somos un poco com él.