En estos tiempos de lucha para la igualdad cuando te cae mal una mujer te sientes hasta culpabe. Quizás esa chica que ves todos los días te dan ganas hasta de vomitar pero tienes que defenderla porque es una mujer o eso crees. Pero es que te cae mal y es por dos motivos: o tú eres una hija de la gran puta o lo es ella.
La chica a lo mejor es lo más bueno del mundo, simpática, comprometida, sincera…y a ti te cae mal porque eres una hija de la gran puta. O lo es ella, que es una falsa, envidiosa, antipática…
Así que cuando vi que había una obra de teatro llamada Hijas de la gran puta quise verla. Es una comedia divertídisima con canciones y unas interpretaciones muy simpáticas. Tres chicas, tres amigas que representan lo peor del ser humano: mentirosas, envidiosas, liantas, manipuladoras…solas.
La obra escrita por Pablo Vázquez y Jimina Sabadú y dirigida por Norberto Ramos del Val muestra en tono de comedia lo falsa que son la personas, fingiendo ser lo que no son y unos éxitos completamente falsos. Con unos personajes muy graciosos pero detestables se critica el tener que aparentar ante los medios y ante el mundo ese alo de perfección. Esos cuerpos delgados y esbeltos «soy así de natural» pero en verdad es porque comen del aire, tener contactos en vez de tener amigos y seguir soñando con ese gran papel que algún día llegará y mientras no llega vender que eres una gran actriz.
En general unas hijas de la gran puta pero muy graciosas y que a pesar de mentir sobre ellas mismas, dicen muchas verdades sobre la sociedad. Así que ya no me siento mal porque algunas tías me parezcan unas hijas de la gran puta, que yo en el colegio conocí a unas cuantas y no me sale de ahí tener que decir ahora que no lo eran.