Sobre entrevistas raras de trabajo no tengo mucho que contar, salvo lo que todos hemos vivido ya. Entrevistas en las que te prometen que te contactarán para avisarte si no te cogen y esa llamada como la de quien te hace ghosting, nunca llega. O las entrevistas en las que se te piden miles de pruebas y luego no te dan ni las gracias.
Pero tengo una en concreto, que se puede llevar el premio a entrevista más surrealista de mi vida. Y es que una pequeña «empresa» (dudo que estuviese dada de alta) necesitaba una community manager. Pequé de ingenua e inexperta en esto del mundo laboral, pero la crisis estaba asentada (la primera, la de 2010) y no había curro por ningún lado.
Tras muchas reuniones en Andalucía Orienta, el servicio de empleo, en el que nunca me ofrecieron nada o no tenían ni idea de cómo funcionaba mi profesión, decidí buscar por Internet y por mi cuenta. Lo hice fatal. No me informé de dicha empresa ni nada y allá que fui a un pueblo de Sevilla a que me entrevistaran.
Lo primero es que me recogió el CEO en un coche lleno de porros y que olía como tal. Y oye cada cual vive su vida como quiere, pero no es lo más apropiado cuando vas a entrevistar a alguien por trabajo. Me recordó a la entrevista que tuvo Monica en Friends mientras su empleador estaba colocado. Si el recibimiento fue así, el resto, como que me entrevistara en su propia casa, no me sorprendió.
Queremos ser como Google, pero solo te vamos a pagar por cada follower que ganes
Sí que lo hizo sus ambiciones «queremos ser como Google». Juro por Dios que esa frase salió de su boca y sabemos que muchos profesionales empezaron en el garaje de sus padres, pero esto ya se pasaba de rosca. Sobre todo porque la empresa no era más que un canal de YouTube donde colgar vídeos de todo tipo: tutoriales de belleza, reportajes de fiestas o especiales de cocina. El dinero vendría de la publicidad. Pero si quieres ser Google, no montas un canal de YouTube, te montas tu propio YouTube. Lo mejor de todo, o peor, es que me comentaron que esa casa-chalé (medio en obras) pretendía ser el centro logístico por lo que en un tiempo me tendría que ir a vivir allí.
Todo mal. Se lo comenté a un amigo que llegó a conocerles y cuando vio el percal directamente me soltó: «Como te metas ahí te saco a rastras». No hizo falta. Les abrí la cuenta de Twitter, cuando vivíamos en la prehistoria digital de esta red social, y empecé a trabajar desde casa comunicando las cosas que hacían y la andadura de este nuevo canal. Hasta que llegó hablar del cobro (no recuerdo cuánto pretendían pagar) y directamente soltaron «es que al final nos sale a un euro por seguidor». Ahí fue cuando vi que iba a dar igual las horas que echara porque lo único que iban a tener en cuenta son los seguidores. Ni yo, ni esa «empresa» estábamos preparados para tener la discusión de «mi trabajo no son solo los seguidores que se ganan, de esto no va el maketing digital». Así que me fui tal como llegué. Bueno como llegué no, porque el olor a porros ya no lo llevaba encima.
La verdad es que este canal estuvo activo durante bastantes años por lo que tampoco puedo decir que su empresa fracasase. Supongo que fue un proyecto personal en el que se arriesgó hasta lo que se pudo.
¿Habéis tenido una experiencia laboral tan loca?