Menú Cerrar

13 going on 30: tener 30 años no es lo que creías de chica

¡Comparte!

Hace unas semanas me puse a ver la película 13 going on 30 de Jennifer Garner, una comedia romántica súper simplona pero que a mí me encanta. Es toda rosa, sonrisas y música pop, lo mejor para los días de no hacer nada.

Jenna es una niña de 13 años que celebra su cumpleaños esperando que las chicas más populares de la clase se hagan sus amigas. Pero las chicas populares siempre son las malas en este tipo de pelis ( y la gran mayoría de veces en la vida real) así que lo único que quieren es aprovecharse de ella. Jenna espera nerviosa en un armario para jugar a 7 minutos en el paraíso (que más tarde sería traducido por su amigo Matty como ¿Quién es el violador?) con el chico que le gusta. Todo es una broma de mal gusto y Jenna acaba pidiendo un deseo: tener 30 años.

Ese deseo se cumple y cuando Jenna abre los ojos es treintañera, triunfadora y divina, como ponía en la revista que leyó justo antes de su cumpleaños. La Jenna del futuro no es una persona de fiar, con los años se ha vuelto una arpía y a pesar de todo, yo la envidio.

Cuando yo tenía 13 años pensaba que a los 28 me casaría (más que nada porque me gusta el número 8) y que a los 30 ya tendría hijos. Flipa. Resulta que Jenna acaba traumatizada porque cuando ve su vida a los 30, se da cuenta de que no tiene amigos de verdad, que su novio es un cachas sin cerebro y que ya no se habla con su mejor amigo. Y sí, todo esto es muy feo pero es que si yo con 13 años abriera los ojos y de repente viera mi vida de ahora…digamos que no llegaría a cumplir los 14.

Mientras Jenna trabaja en una revista de éxito, yo estoy aquí con mi primer trabajo desde hace años, un trabajo en el que se cobra poco y que poco o nada tiene que ver con lo que he estudiado, pero claro, al menos tengo trabajo. También vería para mi desgracia, que aunque se atisba cierta mejora física, ni por asomo he sufrido esa mega evolución y no, no tengo el cuerpo de Jennifer Garner. No tengo ese armario lleno de ropa fantástica, ni he aprendido por arte de magia a cómo maquillarme como una actriz de Hollywood.

Y no hablemos del amor, vale que yo no saldría ni en un millón de años con el cachas de la película, pero si con 13 años me viera sola un sábado por la noche escribiendo un artículo en el blog…un poco deprimente es. Pero Jenna se queja y sus motivos tendrá, pero yo tengo más. Y es que a los 30 no he conseguido ni la mitad de cosas que deseaba con 13 años, ni con 18, ni con 28. Porque los gustos cambian, ya lo de casarme no entra en mis planes, es más, odio las bodas, lo de los niños no me preocupa mucho, si en un futuro vienen bien pero si no, pues no pasa nada (al menos eso pienso ahora). Pero sí que quería tener a alguien a quien querer y me quisiese a esta edad y un trabajo de lo mío, un sueldo más o menos decente y esas cosas. Tampoco pedía mucho, pero esas cosas no las tengo.

Cuando la gente se deprime por cumplir años, no se deprime porque le vayan a salir arrugas, ni por ser más vieja, ni porque la fecha de caducidad se esté acercando. Se deprime por no haber conseguido las cosas que quería porque se le escapa el tiempo y teme que nunca las consiga. Por eso yo tenía miedo a mi cumpleaños, por eso y porque el año pasado acabé celebrando el cumpleaños casi sola después de que los invitados por motivos diversos tuvieran que faltar. Acabé comiendo una tarta enorme de Doctor Who con la familia y una amiga, así que no me pude quejar, pero este año no quería eso otra vez.

Por ello me llevé meses y meses soñando que volvía a pasar que me despertaba y tenía 30 años y no me había dado ni cuenta. O que no aparecía nadie en mi cumpleaños y cosas así. Decidí celebrarlo con los amigos y no quedarme sola en casa llorando, así que con antelación invité a algunos amigos para que no me volviese a pasar. Y no, no me pasó. Fuimos a cenar al Friday’s (me intentaron subir a la silla a bailar pero había vomitado esa mañana y no era buena idea) y después vimos Los Gremlins en mi piso. Porque una de las cosas buenas de cumplir 30 años en 2014 es que también cumplen 30 años grandes películas como Los Gremlins y Los Cazafantasmas. Sin embargo sí que viví un momento de tensión típico de Carrie Bradshaw cuando esperando con AC Ojeda en el restaurante, me decían que si los invitados tardaban mucho, nos quitaban la mesa. Menos mal que en ese momento no estaba sola porque me hubiese dado un mini infarto.

Y es que el señor AC Ojeda me conoce como si me hubiese parido y eso que es un tío. Y a pesar de que yo le había comentado algo de mi cumpleaños pasado, sabía que este me estaba traumatizando y se vino desde Sevilla en un bus hasta a Madrid para celebrar el cumpleaños, un cumpleaños mierda que sólo consistía en una cena, comer chuches y ver una peli. Y niños, eso es un amigo de verdad.

Pero bueno los 30 no son tan malos, a pesar de no tener un sueldo decente, de seguir viviendo con la ayuda de mis padres y con los miles de rechazos de tíos interesantes del mundo. Porque una cosa que no se hacía de pequeña y sí se hace ahora es reírse de una misma y de eso yo sé un rato.