Menú Cerrar

Colarse en una fiesta de famosos sin darse cuenta

¡Comparte!

Puede pasar. Lo de colarse en una fiesta de famosos. Bueno, no era una fiesta en realidad porque si lo hubiese sido, habría habido un portero pidiendo invitaciones o preguntando ¿pero tú quién coño eres?. Porque claro, ¿yo quién coño era? Nadie. Como esa escena de Spice World (sí, me puse a ver la película el otro día) donde a Nicola (Naoko Mori la de Torchwood) que es amiga de las Spice le preguntan si es una de ella y como dice que no, que no es nadie, el que pregunta se va y la deja plantada.

Pues así más o menos estábamos mi amiga y yo el otro día en un bar. Entramos así porque sí. Yo conocía el sitio (que no menciono porque una cosa es haceros gracia a los cuatro que lean esto y otra que le llegue a los del bar) de una vez que estuve y dije: “oye este sito esta muy chulo, entremos”. El sitio estaba petado. Veo a un actor y le digo a mi amiga, “joder ya es casualidad que te estuviese hablando de una peli y encontrarnos con el actor de la peli” (cosa que en realidad no es tan rara porque después de mi artículo sobre pagafantas, al día siguiente me encontré a Gorka Otxoa en el metro).

Me pido una piña colada que me bebo en 0’2 porque soy así de imbécil y empiezo a reconocer a más famosos. Buscamos los baños y veo otro famoso más. Me pido otra copa más que me vuelvo a beber igual de rápido, me pido otra y lo mismo. Ya con la tercera me doy cuenta. “Tía creo que nos hemos colado en una fiesta de famosos o algo”. Mi amiga se da cuenta del percal y me dice “nos vamos a sentar ahí y no nos vamos a mover porque aquí no pintamos nada”.

A ver pintar sí, pero eso era como una fiesta de amigos y claro, ¿nosotras quién coño eramos? Total yo ya con la tercera copa en menos de cinco minutos pues iba muy mal de lo mío. Mal de lo mío en modo pánico diciendo y pensando: “Madre mía que como me maree aquí y pote la vamos a liar”. Así que yo temía vomitar o hacer un Alberto Rey (que me perdone) y caerme por las escaleras rodeada de famosos.

Casualidades de la vida, mando un mensaje a un amigo, un mensaje ininteligible y al rato me lo veo allí. Curiosamente era la primera vez que me veía en persona por lo que ya era la segunda desvirtualización extraña de Pili Halliwell. A uno le vomité, otro me vio borracha. Así que al menos ya teníamos a alguien que sí sabía que estaba pasando y nos sacó a mi amiga y a mí de nuestro estado de: “nos quedamos calladitas y sin movernos”. El mensaje que le mandé no lo llegó a ver, gracias a la cobertura y a mi rapidez, conseguí borrarlos. La fiesta duró pero nosotras, y más yo con mis copas, nos recogimos temprano antes de que yo la liase. Fue llegar a la casa, tumbarme en la cama y notar como el colchón se hundía a lo Pesadilla en Elm Street. Hice bien en dejar la fiesta.

Y es que si a mí me pasan cosas raras, cuando me junto con mi amiga Patri, me pasan el doble. Como ella dice: “se juntan el hambre y las ganas de comer”