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TikTok, Morning Glory y la crisis del periodismo

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Hace unos días El país entrevistaba a las creadoras de Ac2ality, un medio informativo que se ha desarrollado en la plataforma de TikTok, y los lectores han sido muy críticos con este artículo. Me había encontrado con esta cuenta alguna que otra vez y me parecía interesante que, entre tanto vídeo cómico y bailecito, hubiese una cuenta dedicada a la información y que estuviese dirigida a un público joven.

He leído críticas sobre el comentario de “traducir las noticias” pero creo que explicar a un público joven que quizá no tenga tanta comprensión lectora, qué se cuece en el mundo es interesante. Parte del target de TikTok no se acerca a un periódico, no ve informativos o no se interesa por las cuestiones de actualidad. Llegar a ellos a través de un vídeo de un minuto puede hacer que se interesen por temas sociales o políticos. Es algo que ya hace The Washington Post y todo el mundo lo ha aplaudido. Además, ¿por qué nos sorprendemos de que ciertas noticias tengan que ser “traducidas”? Hay muchos adultos que no tienen comprensión lectora, no se saben explicar o son incapaces de entender la ironía. Las redes son claro ejemplo diariamente de esto.

Pero leyendo la entrevista alguna cosa me ha rechinado. ¿Lo de que no sean periodistas? Mira no, a estas alturas de la vida si alguien ejerce periodismo y de forma adecuada no creo que haya exigirle una carrera. Estudiar periodismo te da mucho conocimiento y la claves de la profesión (como ética periodística, tema del que hablaremos en un segundo), pero hay grandes comunicadores que no han estudiado y hacen un trabajo increíble.

Lo que me ha molestado es cuando han confirmado que la cuenta hace colaboraciones publicitarias sin comunicarlas para no perder visitas. El algoritmo les perjudica. Las visitas tienen más valor que la credibilidad. ¿Cómo podemos fiarnos de la fiabilidad de una noticia si puede que sea simplemente contenido patrocinado? En redes sociales (y en cualquier otro medio) cualquier contenido patrocinado tiene que venir indicado como #ad o colaboración patrocinada. Es así por ley y no te lo puedes saltar por querer más visitas.

Desde que estudié la carrera, allá por los taitantos años, llevamos hablando de la crisis del periodismo y no es algo que parezca que vaya a cambiar dentro de poco. Se hace periodismo bueno, pero en el mundo en el que vivimos es imposible que las grandes empresas, políticos y grandes poderes no metan mano en la información. De la gente independiente esperamos que tengan libertad para hacer las cosas bien pero ahora, en vez de preocuparse de números vendidos o inversores, los medios son manipulados por las visitas y los likes.

Las redes sociales tampoco van a ser el bote salvavida de los medios de comunicación. El problema es que el contenido gusta. Estaba viendo la peli Morning Glory, que vi en su día en cines, y por un momento también he pensado con un punto de vista empresarial cuando el personaje de Rachel McAdams decidía hacer que sus reporteros hicieran el ridículo en antena. Su periodista en plan Paqui Peña empieza montándose en una montaña rusa y hasta salta en paracaídas. En un momento dicen que si le da un infarto se podrá escuchar hasta cómo se le para el corazón y la regidora se emociona al escuchar eso. El programa sube en audiencia, ¿pero a qué precio? La película está a favor de esta regidora y yo no puedo sino reaccionar como Harrison Ford y taparme la cara de vergüenza porque por un segundo yo también he pensado: “claro, pero ese contenido se hace viral y seguro que más gente ve el programa”.

Estamos a un tris de llegar a lo que ocurría en Network y no sé si pasará en tele porque en redes sociales ya hemos visto de todo. El todo por las visitas ha hecho que TikTok esté lleno de gente contando sus dramas, acusando a exparejas (mostrando fotos y nombres) y los que no tienen dramas los inventan. Parece que ninguna plataforma será la salvación del periodismo. Como ha pasado con Facebook o Twitter, estas redes seguramente se acaben evenenando y acaben perdiendo su esencia a lo largo del camino en favor de la viralidad, el sensacionalismo y los discursos de odio.